Un Caballo de Río en Alaska
El nombre del género que los
científicos dan al hipopótamo, Hippopotamus
amphibius, que viene del griego hippopótamos y que significa “caballo de río”,
lo dice todo de este animal. Los que le nombraron de esta forma era más probable
que lo vieran durante el día en el seno del agua de donde sobresalía sólo su
enorme cabeza asemejada a la de un enorme caballo.
Esté hábito no es un capricho.
Aunque son animales herbívoros que se alimentan principalmente del pasto,
suelen hacerlo durante la noche, que es cuando la temperatura es menos
acuciante, teniendo en cuenta que estos animales no tienen glándulas
sudoríparas que les permitan regular su temperatura a través de la sudoración.
Los baños de agua y de barro, como ocurre en los cerdos, les proporcionan ese
control de la temperatura corporal. Pero hay otras razones para estar en el
agua durante una gran parte del día, una muy importante es la de liberar a su
cuerpo del enorme peso que este animal alcanza, y que les permite entre otras
cosas aparearse y ponerse a salvo de los grandes depredadores. Sólo en las
horas crepusculares y nocturnas sale a alimentarse en solitario o acompañado de
su cría del año, en el caso de las hembras y recorrer muchos kilómetros durante
la noche para encontrar ricos pastos.
Su comportamiento es anfibio. Su
hábitat es el río y preferentemente en zonas de suficiente profundidad para
flotar y nadar con libertad. Pero no hay que subestimar su capacidad para
moverse en tierra, pueden sorprendernos con una carrera superior a la esperada
para seres tan corpulentos (hasta 45 km/h).
No hace falta saber mucho más de
este animal para comprender la pérdida de identidad que supone para ellos estar
viviendo en las condiciones que ofrece un circo.
Sus necesidades básicas, a
excepción de su alimentación, son imposibles de cubrir en las instalaciones
precarias de un circo. Ninguna posibilidad de expresar su comportamiento
natural ni de establecer relaciones sociales porque está solo. Su confinamiento
durante sus cortas estancias en los lugares donde es obligado a actuar y
durante el transporte es una cárcel de por vida. Su cuerpo no dispone del
alivio del agua.
El origen de estos animales es
difícil de conocer debido al mercadeo entre circos, zoológicos y empresas que
se dedican al alquiler de animales y números de circo, pero seguro que en su
lugar de origen se ha producido una captura violenta y probablemente la muerte
de una madre, no importa si éste ha nacido en cautividad o no, porque en
cualquier caso en su momento la hubo para sus progenitores africanos. La
mayoría de los grandes animales se raptan cuando son bebes.
Los hipopótamos son animales
salvajes, no domésticos, y lo que se consigue de ellos para que creamos que son
felices actuando y viviendo en un circo es siempre obligado y forzado a base
entrenamientos la mayoría de las veces física y psicológicamente cruentos.
Durante sus 40 ó 50 años de vida que pueden vivir, no les espera más que una
vida de esclavitud y sufrimiento: Desde la separación traumática de su madre y
de sus compañeros de especie, la ubicación en pequeños espacios cercados o en
jaulas de transporte, durante las itinerancias del circo, la ausencia de su
hábitat natural sustituido a veces por una minúscula piscina, la constante
presencia de personas y de ruidos que no les son propios, el ejercicio forzado
para realizar su “espectáculo circense”, muchas veces los golpes con artilugios
contundentes, punzantes o eléctricos, el desconcierto ante la multitud, los
focos y la música diarios, y siempre el confinamiento. Les quitamos su
libertad, sus vidas y su dignidad para conseguir… la sumisión del esclavo
obtenida por miedo y por instinto de supervivencia.
No está en su naturaleza convivir
con humanos, y aunque muestren ese aspecto de docilidad pueden resultar unos
animales sumamente peligrosos cuando se ven amenazados, y cuando se enfadan.
Son animales que superan los 1.000 kilos de peso y que pueden alcanzar a una
persona corriendo (se cuentan más muertes de personas en África, por encuentros
fortuitos con hipopótamos que por elefantes o leones) y ya se han dado casos de
escapes de estos animales de los circos.
Sus potentes mandíbulas cuentan
con impresionantes colmillos e incisivos Conseguir que un hipopótamo luzca un
gran bostezo en un número de circo no debería ser en principio un gran logro ya
que ese es un gesto de amenaza para sus enemigos al mostrar sus tremendas
defensas.
Motivos sobrados tienen para enfadarse y defenderse.
El Circo Alaska, trae estos días a
Sevilla un número contratado para la feria de abril, con un hipopótamo de
protagonista, probablemente como reclamo con el que competir con los elefantes
del otro circo en la ciudad del “arte y la cultura” taurinas, el Circo Mundial
(ambos están a la par con tigres y leones).
Da igual como se llame el circo
donde actúe en cada ocasión, este animal del corazón de África se sentirá en
cualquiera de ellos tan desubicado como si estuviera de verdad en Alaska.
Este es solo un ejemplo de la dominación esclavista del hombre sobre los animales, con el propósito del lucro. Los espectadores de los circos no son los que deciden que usemos a los animales como espectáculo, son los gerentes de esta industria y los que viven del tráfico de especies los que comercian con ellos, pero si los aplaudes y apoyas con tu entrada a estos circos, estás participando de ello, estás diciendo SI a la esclavitud y al sufrimiento por unos minutos de entretenimiento absurdo. SI llevas a tus hijos con la idea de que conozcan a los animales, no les estás enseñando nada, ya que esos animales que van a ver ya han perdido su propia identidad.
Abril 2017
Sebastián López
Sebastián López
¡DI SI A LOS CIRCOS SIN ANIMALES!
Comentarios
Publicar un comentario